Comenzar a hacer yoga terapéutico fue una decisión personal. Me enseñó a respirar, a mejorar mi postura y a manejar con más tranquilidad la vida diaria. Es una oportunidad de crecer, sanar y vivir mejor.
Antes de comenzar a hacer Yogaterapia, tenía dolores muy fuertes de espalda que me impedían movilizarme normalmente y tenía la tensión alta, tomando medicamentos permanentemente. A los pocos meses de comenzar a hacer Yogaterapia bajo la dirección de María Victoria se me disminuyeron sustancialmente los dolores de espalda, a tal punto de evitar una operación de columna que se tenía programada. Por otro lado, la hipertensión desapareció. Hoy en día hago la práctica diariamente y mi calidad de vida mejoró significativamente.
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Camila Salamanca
Después de años de estrés, mala alimentación, poco ejercicio y algunos excesos, mi cuerpo, mi mente y mi alma dijeron basta y en el 2016 me enfermé. En un mes perdí más de 10 kilos; los pocos músculos que tenía, desaparecieron; no tenía fuerza ni energía para caminar más de un par de pasos, y un profundo pánico acompañado de desesperanza, invadieron mis días.
Con la ayuda de la medicina bioenergética, la homeopatía, el Reiki y la psicoterapia, logré salir de la cama, pero el largo camino a la recuperación apenas estaba empezando. Ahí fue donde conocí a Vicky y la Yogaterapia. Cuando llegué a donde ella, a duras penas podía moverme, mi cuerpo estaba muy débil y ni hablar de mi mente. Poco a poco, con la ayuda de Vicky, mi cuerpo empezó a ganar fuerza, flexibilidad, confianza y mi mente se empezó a calmar.
Vicky siempre fue amable, compasiva, y generosa con sus enseñanzas. Gracias a ella aprendí a tratar con amor y con cuidado mi cuerpo, a oírlo, a desafiar sus límites, pero siempre respetándolo. El yoga y las enseñanzas de Vicky se volvieron parte esencial de mi vida. No hay una semana que pase que no haga mis prácticas. En este momento me siento más vital que nunca, siento mi cuerpo mejor que cuando tenía veinte años y me siento más serena y en paz.
Después de vivir un tratamiento increíblemente invasivo, con muchos efectossecundarios molestos y además experimentar los intensos dolores que producen cinco hernias discales, según mostraban los diagnósticos médicos, me di cuenta de la urgencia de sanar completamente mi cuerpo. Gracias a Dios, a través de un amigo conocí a María Victoria. Ella me ha enseñado y dirigido las sesiones de Yogaterapia que han permitido mi recuperación satisfactoria. Hoy día la mayoría de los dolores han desaparecido y he aprendido que el cuerpo no tiene por qué doler y que en este sentido se puede lograr una calidad de vida óptima.
Hace alrededor de 18 años inicié lo que sería mi viaje soñado a Tailandia pero nunca llegué. A mitad del camino, levanté una maleta y sufrí una hernia discal entre la cuarta y quinta lumbar, no entendía de que me hablaban pero el dolor era insoportable, constante y me impedía caminar. La única posición que me aliviaba un poco era acostarme en el suelo con las piernas colocadas sobre una silla en ángulo de 90 grados. El dolor fue insoportable e intenso durante un año, nada me lo quitaba, me iba enloqueciendo, era algo similar a un dolor de muela o de oído.
Ensayé todo tipo de terapias, frío, calor, natación, cremas, ejercicios, fui al hospital para que me infiltraran, NADA, el dolor cedió por unos días pero de vuelta a lo mismo.
Después de un año el dolor se hizo más soportable pero no desapareció, era incapacitante y producía rabia, ya no sabía que hacer, me decían que me operara pero me moría de miedo porque corría el riesgo de quedar paralítica, igual o peor. Mi madre había sido de víctima de la conocida “cirugía frustrada de la columna” la habían operado cuatro veces con pésimos resultados. Pasaron los años y aprendí a convivir con el dolor, encontré un médico quien me recetó un medicamento para casos de dolor intenso, porque era muy fuerte y podía producirme úlcera.
Empecé clases de yoga con la idea de estrechar mis músculos porque me preocupaba el sedentarismo, pero salía adolorida y la profesora no entendía por qué. Un día conocí a María Victoria y me ofreció sus servicios, le pregunté en qué difería la yogaterapia del yoga que hacía y me dijo “yo te voy a quitar el dolor de espalda “.
Decidí darle la oportunidad. Para empezar, me prohibió varios ejercicios que formaban parte de mi rutina y me organizó una especial. Ya no terminaba las clases adolorida, poco a poco mis músculos se fueron fortaleciendo, el dolor fue cediendo, tres veces por semana, me dedique a mi cuerpo y seis meses después el dolor desapareció.
Sigo con mis clases, mis músculos están cada vez más fuertes, cambié mi postura y cada vez que aparecen los dolores a raíz de un mal movimiento o postura, practico mis asanas (posturas de yoga) y mi cuerpo regresa a la normalidad. Creo en la yogaterapia porque fue lo único que me quitó el dolor de espalda, mi disco sigue herniado pero ya no padezco de dolores incapacitantes ni tengo que tomar medicamentos que causen daño a mi cuerpo.
La Yogaterapia ha sido muy útil para mí. Hace tres años tuve una caída que me
ocasionó una lesión en las cervicales al que no le presté atención hasta que el dolor se volvió crónico. En poco tiempo, el estiramiento continuo con la intensidad adecuada y la corrección de postura que se logra con las sesiones de Yogaterapia de María Victoria, me ayudaron junto con otras cosas que hice como nadar y masajes. Hoy ya prácticamente el dolor no existe.
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Practicar yoga con María Victoria es tener la certeza que estoy con una maestra con profundo conocimiento y absolutamente dedicada a sus alumnos. Me ha permitido obtener conocimientos prácticos y filosóficos del yoga y llevarlos a la vida diaria. El mayor provecho ha sido el lograr mayor armonía vital.
Nunca practique yoga regularmente y las pocas veces que lo intente no lograba conectarme ni con los que me estaban enseñando ni con la práctica en si. No fue sino hasta que me diagnosticaron una enfermedad inmunológica que genera inflamación en las coyunturas y dolor crónico, que me abrí a la posibilidad de explorar practicas alternativas que me ayudaran a “lidiar” con el dolor y el miedo que genera una enfermedad como esta.
Los médicos tradicionales con los que conversé fueron honestos en decir que no sabían las causas de lo que tenía y también que los remedios que tendría que tomar por el resto de mi vida iban eventualmente a generar algún tipo de daño a mi cuerpo.
Simplemente no había curación y el tratamiento podría ser peor que la enfermedad como tal. Conocí a Claudette Duchesne, una persona maravillosa cuya historia personal y su libro sobre cómo se curó de Artritis Reumatoide (o inflamatoria) a través de medicina natural y medios alternativos, me inspiraron a empezar un nuevo camino.
Ese nuevo camino no era para nada fácil, había muchas, muchas cosas que yo tenía que cambiar. Desde cómo me alimentaba, como lidiaba con el estrés, como incorporaba una práctica de ejercicios que no hiciera daño a mis coyunturas inflamadas y fundamentalmente como rompía con la inercia de alguien que no sabía como cuidar de su cuerpo.
Y todo largo camino comienza con una nueva practica de vida y para mi esas fueron mis primeras sesiones de verdadero yoga. Digo verdadero yoga porque practicar asanas con María Victoria tiene muy poco que ver con el yoga que conocía antes. María Victoria me enseñó que yoga es respirar y conectarme con el estar ahí en cada asana. Como yogaterapeuta, ella fue infinitamente paciente guiándome en un proceso que requería que yo aprendiera a abrirme a una nueva forma de estar con mi cuerpo en cada respiración.
Cuando empezamos a comienzos de 2013, yo necesitaba de una silla para poder hacer muchas de las asanas sin que me doliera. Después de unos meses, la silla no fue necesaria y fuimos incorporando nuevas asanas y los procesos de inflamación y dolor comenzaron a disminuir.
Sus videos son hoy mi grandes amigos, ya que María Victoria vive en Bogotá, yo en Washington DC. Cuando comencé a utilizar regularmente el video, la calidad de mi practica mejoro significativamente. Me permitió finalmente aprender a respirar como debía y eso hace una diferencia fundamental en nuestra practica de yoga, representa un antes y un después. Antes el yoga todavía en mi mente era ejercicio, hoy es una forma de meditación.
La primera hora cada día es siempre difícil para mí porque tendré algo de dolor en alguna coyuntura y también rigidez (‘stiffness’) en las manos y pies. Pero al hacer asanas ese dolor y esa rigidez se disuelven y después de 30 ó 40 minutos de una práctica de yoga me siento lista para empezar el día.
Por mi trabajo, viajo mucho, y volar por las largas horas puede también ser un problema. El yoga es sin embargo mi gran compañero porque aún en los aviones encuentro un espacio para poder hacer asanas y relajar mi cuerpo. A veces también me podrán encontrar en la oficina practicando alguna asana especialmente cuando las reuniones son muy largas.
Mi cuerpo y me mente me lo piden y lo agradecen.